RAÚL SALGADO | @raulsalgado | Ferrol | Viernes 30 octubre 2015 | 01:36
Si era conocido que la Semana Santa generaría polémica, el debate plenario sobre la ordenanza de normalización lingüística derivó hacia surrealismos propios del horario nocturno que los acogía. Ciudadanos ha quedado al margen, ya que todos los grupos que completan la corporación rechazaron su propuesta sobre la normativa local.
«Tampoco queremos que se excluya», dijo su única edil, Ana Rodríguez Masafret, sobre la lengua gallega. Sin embargo, insistió en que «muchos ferrolanos» se sienten molestos con el texto y que se «vulnera frontalmente» legislación de mayor relevancia. Cree que se está «excluyendo al idioma castellano» y que «cortar derechos individuales no es bueno».
Tenía público fiel, como ocurrió al hablar de las procesiones, ya que fue despedida con aplausos. Eva Espiñeira (BNG), sin éxito, pidió a Masafret que corrigiese su alusión al «Bloque Nacionalista Gallego». Es más, repitió esa particular traducción más tarde sin replicar de forma directa a esa queja de la nacionalista.
Derechos al gallego
«Non dou crédito», dijo la edil frentista, que denunció un intento por «restarlle dereitos ao galego» y una «falsa imposición do galego» a tenor de las afirmaciones de la formación naranja. Afeó que el partido liderado por Albert Rivera apostase por «inventarse unha suposta discriminación do español» pese al «conflito lingüístico» señalado por Espiñeira.
Ironizando, dijo que se podía acudir al cine para ver «todo en galego» y que lo mismo le ocurría al realizar trámites o acudir a una farmacia, entre otros ejemplos. «Non sei onde vivo», dijo al confrontar sus tesis, señalando que ni siquiera los «médicos falan en galego» y que Ferrol es «líder» por menor uso de la lengua entre las grandes ciudades gallegas.
También señaló la «deturpación» que supone mencionar a la ciudad de «La Coruña» con una «normalidade pasmosa». «Siempre fue La Coruña», dijo un espectador, pero otro, desde una óptica bien diferente, respondió que no, que siempre había sido «A Cruña». Al concluir Espiñeira, el público repite como protagonista. Un hombre dice «ignorante» y el otro suelta un sonoro «pailán».
Tiempos constitucionales
Beatriz Sestayo (PSOE) habló de «regresión» a «tempos constitucionais» y señaló a Masafret que su discurso coincide con el que propugnó el polémico decreto del gallego o el de la plataforma Galicia Bilingüe. «Non existe ningún ferrolán preocupado porque non pode expresarse en castelán», subrayó la edil.
Álvaro Montes, portavoz de FeC, abrió la veda sugiriendo que Ciudadanos se metía en «un pequeno xardín». Señaló las dificultades que conlleva «facer vida en Ferrol» si se habla en gallego, como el hecho de que los niños acaben asimilando el castellano como prioritario por el actual sistema educativo. Es la «lingua de prestixio».
Martina Aneiros (PP) recordó que la discutida ordenanza fue aprobada por unanimidad hace casi veinte años y con un alcalde popular. Estimó que «garantiza el derecho» a obtener, por ejemplo, «copias en castellano» de documentos oficiales y que su «aplicación pacífica» en este tiempo es síntoma de su utilidad.
Modificación
No ha existido desde 1997 «ningún conflicto que justifique su modificación», aunque ha asumido que puede que sea «mejorable». En todo caso, apeló a una «ordenanza nueva e incluso mejor» para subsanar esas posibles carencias. Creía Aneiros que Ciudadanos buscaba «generar un conflicto donde no lo hay» y vio al partido alejado de la realidad gallega.
A su entender, conoce mejor la de la «sociedad de Cataluña; no puede generar problemas donde no los hay». La cara de Eva Espiñeira (BNG) era el espejo de su alma cuando Masafret repitió «Bloque Nacionalista Gallego», como también los gestos de Sestayo hablaban por sí solos. Lamentó Masafret que sea «necesario conocer el idioma gallego» para revisar documentación del Concello.
Llegaron entonces las referencias a los cines, que «son privados» y «tienen que ganar dinero», de ahí que no exhiban con asiduidad filmes en gallego. Sin embargo, se esforzaba por insistir que «no se trata de excluir, se trata de integrar». «Se puede saber y hablar libremente el gallego», recordó.
Responsabilidad pública
Se repitieron los aplausos para la concejala de Ciudadanos. Eva Espiñeira replicó que los ediles «non temos unha farmacia» en la que se pueda elegir el idioma de uso, sino una responsabilidad pública. Por ello, instó al cumplimiento pleno de la ordenanza para evitar un «gueto ou reserva india».
«Quero ir ao cine, á compra… facer a vida normal, non ir a unha aula e falar galego», dijo Espiñeira ya a las once de la noche. El pleno arrancó cuatro horas antes. Con la risa del regidor como respuesta, acusó, en buen ambiente, a Jorge Suárez de practicar una «actitude diglósica» al hablar en castellano en la reciente apertura de un congreso.
Confesó Suárez que fue un «erro meu, non había traductor; un erro asumible». De hecho, la concejala le señalaría que su disculpa era muestra de que estaba orgulloso del idioma y que quería trabajar a su favor. Sestayo consideraría que Masafret quería «introducir titulares electorais» antes de que Montes la retase a hablar en gallego durante «21 días».
Idioma olvidado
No encontró éxito evidente pese a que le lanzó «a luva… o guante». Montes pidió frenar la conversión del gallego en un idioma olvidado como el «rapanui», a las puertas de organismos internacionales para solicitar ayuda que evite su muerte. «No soy sectarista», finalizaría Masafret, quien subrayó que tan malo fue imponer un idioma antaño como «intentar imponer el contrario» ahora.
Debate sobre el post