Alejandro Requeijo, con un ejemplar de su libro, que ha salido esta semana a la venta (cedida)
RAÚL SALGADO | Ferrol | Sábado 11 febrero 2023 | 13:41
Con profundas raíces en Ferrolterra, «mi familia es de O Seixo y mi novia es de Ferrol», para Alejandro Requeijo «es innegociable» visitar la comarca, como mínimo, en verano y Semana Santa. A menos días, por tanto, de su próxima estancia, ha lanzado este jueves su primer libro, ‘Invasión de campo’, concebido como un «manifiesto contra el fútbol como negocio y en defensa del aficionado».
Incondicional del Atlético, el periodista de El Confidencial y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria tiene ya su obra en los estantes gracias a Penguin Random House. No lo escribió con «vocación de regocijarse en la nostalgia», sino que propone «levantar la vista y ver qué se hace en otros países» para preservar las esencias del verdadero balompié.
Lugares en los que se «compagina la viabilidad económica con el respeto a la tradición», que cree que en España «se está perdiendo». Hay, eso sí, clubes que luchan por salvaguardar lo que generaciones anteriores vivieron con pasión y cita estadios como Anoeta o el Benito Villamarín para reivindicar «modelos mucho más interesantes».
Categorías inferiores
El fútbol real, por ejemplo, resiste en campos como A Malata, «otro gran ejemplo» para Requeijo. Como habitual al feudo verde, valora que haya «más presencia en la grada y más abonados» de poco tiempo a esta parte, pero también «desplazamientos multitudinarios» como el del pasado domingo al Reino de León, más de 400 personas, que no «se ven en Primera División».
Comenta un titular del Financial Times de días atrás, «La Premier League es global porque es local». «El arraigo se está demostrando como la mejor forma de viabilidad; el fútbol se lanza a la conquista de mercados internacionales como un espectáculo, una moda», apostilla, por lo que se buscan «clientes en lugar del aficionado tradicional».
Y el autor tiene claro que el «desarraigo, a la larga, va a ser muy nocivo» para el deporte rey. Es ahí donde el espectador puede alzar la voz: «Vivimos en una sociedad en la que parece que el que se queda tumbado en el sofá tiene más estatus que los románticos que creen en una causa; el aficionado, si demuestra su papel protagonista en el fútbol, puede lograr cosas».
Países europeos
Alejandro Requeijo alude a cómo «los ingleses se rebelaron» o a la «defensa férrea» en Alemania del «modelo 50 + 1», por el que la «mayoría del capital tiene que estar en manos de sus socios por ley». Cuando parece que más allá de Real Madrid y Barça «no hay nada», expone su visión en pleno «vértigo» por el estreno del libro.
«El fútbol no es un programa de televisión, cada grada es distinta; hay que recuperar esa liturgia de ir al estadio», expresa el periodista. Sostiene que está en retroceso la violencia en los estadios, tanto la física como la verbal: «Las cosas que se decían ya no se dicen». Es más, resalta que en Inglaterra «están revisando la prohibición de venta de alcohol en los estadios».
Se observa como «un modelo que ha quedado ya superado» porque a «la semana siguiente» de un partido ese mismo foro acoge, por ejemplo, «un concierto en el que se puede beber». Es decir, «no podemos entrar con una cerveza a la grada, pero a los que pagan 300 euros por un palco VIP les ponen whisky».
El fútbol por televisión
¿Llevar el fútbol a canales de pago ha alejado al gran público? Requeijo incide en que la televisión «es una herramienta útil» para acercarlo «a quien no tiene posibilidad de pagar o ir al estadio, pero no debe primar el aficionado de sofá». «Si entiendes el fútbol como un programa de televisión, estás separando a las aficiones», opina.
A su juicio, se propicia una «pérdida del activo que tienen» los hinchas «al hacerse notar como contrapeso ante quienes pretenden arrebatarles sus equipos». Un momento en el que los «precios para ver el fútbol por televisión cada vez son más caros» y en el que, además, «el futbolista cada vez se mete en menos charcos y lo hace de forma consciente».
El deportista «busca no poner en peligro sus contratos de patrocinio», pero es que a esas firmas «tampoco les gusta que sus representados se metan» en asuntos que generen polémica. Relacionados con la política, sin ir más lejos. De ahí, remarca, que se llene «contenido con otras derivadas» y haya en los medios «programas centrados básicamente en la opinión» y no en el deporte puro.