Bendición de ramos en la plaza de Amboage (foto: Mero Barral / 13fotos para Ferrol360)
La mañana amanecía tranquila. No era necesario un madrugón excesivo, así que las calles de A Magdalena lucían calmadas a primera hora. El ambiente, a más hacia el mediodía. Descenso constante de personas desde otros barrios cercanos, con palmas preparadas para ser bendecidas y mucho público infantil.
Las colas que abren la Semana Santa, donde siempre. En cafeterías del perímetro de la plaza de Amboage, en cualquier tienda para comprar algo que falta para el festejo. O simplemente para tener avituallamiento. Muchos más locales con la persiana levantada si se compara con un domingo cualquiera.
Gafas de sol, el cielo no tiene ni una nube. El termómetro se irá animando, pero a la sombra no se pasan apuros. Padres ultimando detalles junto a los que formarán la comitiva de la procesión de Dolores, que partirá de la plaza del marqués cuando hayan finalizado bendición y rezo.
Bendición de ramos en la plaza de Amboage (foto: Mero Barral / 13fotos para Ferrol360)
Luego pedirá calma para abandonar el lugar, pero hay que recurrir al micrófono para alertar de que un niño, llamado Carlos, se ha perdido. Espera en la escalinata de la iglesia de Dolores. Fácil entre el gentío. Unos con el rostro cubierto, otros con la cara a la vista y algunos más con los pies sin calzado.
Últimas consignas para que descienda hacia una calle Real a reventar la procesión de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén. Es el epicentro de la efervescencia a la ferrolana en una semana esperada. En la que una ciudad muchas veces resignada se pone ropa, complementos y sonrisa de día de fiesta y piensa en positivo.