El ferrolano visitó esta semana Galicia (foto: Warner Music para Ferrol360)
ÁLEX PITA | Madrid | Viernes 26 junio 2020 | 22:40
Reconoce que estos meses confinado ha aprendido a respirar, a caerse mejor. Y en su octavo disco, Andrés Suárez (Ferrol, 1983) ha querido que le conozcamos como es, sin ninguna textura extra, su verdadera piel.
El cantautor ferrolano se ha sacudido la timidez y pone nombre y rostro a un disco en el que recorre varios capítulos de su vida desde su interior más profundo. Nos traslada al Ferrol de los años 80, a sus miedos, a sus amores y sus desamores y a sus desgracias personales, como la muerte por sobredosis de un amigo de la infancia cuando tenía 15 años.
Y lo hace con esa sensibilidad que le caracteriza y en su entorno de estos últimos meses: su casa. Pero detrás de la fría pantalla de ordenador, Andrés se muestra cercano, amable y muy reflexivo. Comienza este verano uno de los viajes más extraños, pero a la vez más esperados de su vida.
Llevas 5 discos en los últimos 5 años, ¿estamos en el punto más álgido de tu vena artística?
Espero no estar nunca en la zona más álgida, en el pico de mi creatividad. Realmente, pienso que lo mejor está por llegar. Lo que sí creo es que mi mejor disco ha sido este último porque, inexorablemente, cuando uno lee o tiene más curiosidad por ver cine, teatro, viaja, conoce acentos, pieles, y prueba vinos, escribe y toca la guitarra mejor.
Espero no estar en el pico porque sino iríamos para abajo. Espero seguir teniendo esa curiosidad. Solamente el salir de tu zona de confort, el intentarlo, el querer escribir más, leer un libro que no ibas a leer en tu vida, tocar otros palos, te va a hacer crear más.
¿Este disco es un fiel reflejo de la piel de Andrés Suárez?
Mira, ahora tendría que hacer psicoanálisis y ver por qué hasta este disco yo estaba en un banco imaginario donde nadie me había obligado a sentarme. Siempre me decía «bájate la voz», era timidez. Y en este octavo disco, he querido mostrarme tal como soy. Esto es Andrés Suárez.
Es el momento de contar historias como la de un amigo del Ferrol Vello del año 83 que a los 15 años se muere de sobredosis. Estoy contando fragmentos de mi vida. En cada canción cuento lo que viví, ya sin tapujos, he querido quedarme a gusto.
¿Te queda algún pasaje por contar de tu vida?
Queda más de uno, todavía me queda muchísimo por contar. Mira, cuando era telonero del maestro Pablo Milanés en Cuba, un día tomando un café hace 12 o 13 años, él siempre me decía «yo estoy empezando». Por eso, quién carallo sería yo para decir que he tocado techo. Estoy empezando en todo. Voy aprendiendo progresivamente, hasta de mis propias canciones.
Y todo esto ha llegado confinados, ¿cómo lo has pasado?
En mi caso, lo he pasado solo en Torrelodones. Soy muy afortunado porque hay gente que lo ha pasado en un menos dos, yo aquí tengo hasta un pequeño estudio de grabación. Pero lo he vivido con la preocupación de tener una madre que es enfermera y tienes terror a que se contagie. Lo primero que hice fue ir a Santiago y comprarle un disco.
Estos meses me he rodeado de cultura. Toda la vida me he quejado de que no tenía tiempo para ver películas y por fin he podido. Esperemos que estos días de infierno nos sirvan para esto, para besar al tiempo.
Suárez prepara su regreso a los escenarios (foto: Warner Music para Ferrol360)
Dices que has descubierto un Andrés que no conocías, pero que te has dado cuenta de que no te cae mal…
Soy una persona hipernerviosa, yo no sabía lo que era la ansiedad y en este primer momento que ves los hospitales en la televisión, y ves a tus familiares trabajando en los hospitales, ahí sí tuve ansiedad y miedo. Hay gente que no soporta esa soledad y yo aprendí, siendo tan nervioso, a parar. Paré para leer, escribir, para tocar la guitarra.
Y en ese viaje de tranquilidad, logré transportarme a mi querido Pantín, a Ortigueira, a Ferrol; creo que aprendí a respirar. Y para un gallego, respirar lejos del mar no debe ser fácil. Eso es muy difícil, es muy duro. Durante toda la cuarentena intenté aferrarme al humor, empecé a subir memes, había que reírse, sin él hubiéramos perdido literalmente la cabeza.
Por desgracia, Twitter se ha convertido en el patio de instituto donde se pegan los macarras. Y para alguien como yo, que creció entre Ferrol y Pantín, prácticamente con el neopreno puesto, he llevado fatal estar lejos del mar. No sabía que existía la sequedad de piel.
Pero si Madrid no me hubiera abierto las puertas hace 15 años cuando me vine a tocar al metro, hoy no estaría aquí. Estoy en contra de la madrileñofobia que se ha creado. ¿Cuántos gallegos nos quedaríamos sin nada si Madrid cerrara sus puertas?
A los ferrolanos a veces nos cuesta ver las virtudes de Ferrol, ¿de tus años de infancia a ahora, qué Ferrol ves?
Veo un Ferrol más despoblado. Donde, por desgracia, me parte el alma ver cómo en mi infancia en la calle Real no se podía caminar y ahora veo una calle Real de alquila y se vende. Pero Ferrol no es una mierda, a Ferrol lo hacemos una mierda nosotros. En este nuevo disco tengo una canción que se llama «Despiértame» que habla de la gente tóxica.
No podemos ser tóxicos con la ciudad que nos ha dado todo. Ferrol está despoblándose, ya no tenemos 150 bares, tenemos 50, y como no los mimemos vamos a tener 5. No entiendo a los ferrolanos que no recomiendan hacer turismo en Ferrol.
Que hay gente mayor, pues qué maravilla que la haya, son nuestros abuelos. Salgamos a la calle con una sonrisa y no con una mueca de la mala leche.
Si hilamos fino en tu música, combinas letras tristes con ritmos alegres…
Ese hilar fino es uno de mis secretos. Mira, yo era antifestival online y cuando hice el primero recibí, sin exagerar, 300 mensajes en Instagram. Y era gente con respiradores, en hospitales, y me decían que se aferraban a mis canciones para tirar para adelante.
La gente siempre me decía que pensaba que yo era un tipo depresivo y que estaba triste todo el día y no lo soy, yo tengo canciones y escribo mejor en ese contexto. Y lo que más me interesa es cuando hago una canción mojando ese papel en el que escribo, ¿Por qué no lo va a bailar la gente?
Mira «Visa para un sueño», de Juan Luis Guerra, describe cómo se ahoga una persona en el mar; si lo lees, lloras, pero nuestros padres lo llevan bailando 30 años. Quiero jugar un poco a eso. Los cantautores nos reímos, una canción es una canción, la realidad es otra cosa. Mis canciones tienen ira, yo no.
Este verano comienza, posiblemente, la gira más extraña de tu vida…
Estamos en una pandemia mundial, hemos pasado la III Guerra Mundial; por eso, si después de todo esto me dicen que tengo que cantar con mascarilla, yo canto con mascarilla. No sé cómo, pero lo hago. Si mi público tiene que estar a cinco metros, lo siento.
Hace un tiempo parecía que no íbamos a tocar, ¿voy a quejarme, a ser tóxico? Vamos para adelante. Dejemos de quejarnos, es agotador.
Con su nuevo álbum, Suárez también protagoniza por primera vez uno de sus vídeos (foto: Warner Music para Ferrol360)
Y entre tanta convulsión, fuiste de los primeros en apoyar a Pablo Alborán…
Estás hablando de un amigo y un tío al que admiro profundamente. No sé qué está pasando. En el año 2020, a mí qué narices me importa si Pablo Alborán es gay, hetero o asexual. Me interesa su música y que siga haciendo esos temazos. No sé si es culpa de los políticos, pero estamos confundiendo la libertad de expresión con la educación.
Nos estamos haciendo heridas. Oda a la libertad: en mi música no hay gente de izquierdas ni de derechas, todos son bienvenidos.