MARTA CORRAL | Ferrol | Martes 11 abril 2017 | 19:00
Es Martes Santo en Ferrol, una jornada que para muchos está teñida de un mismo color: el verde. Sobre todo, para aquellas que tendrán el privilegio de llevar sobre los hombros, cuando caiga la noche, su imagen titular en procesión, la Santísima Virgen de la Esperanza. Descolgamos el teléfono y marcamos el número de Lola Castro Casares, mayordoma del Tercio de Portadoras, sus ojos y oídos en procesión, que concede a Ferrol360 unos minutos de charla antes de que comience una jornada muy intensa.
«Estoy cansada y nerviosa… Bueno, dormí, pero me desperté unas 350 veces… La verdad es que me empecé a poner nerviosa desde la retirada de ayer», comenta a toda velocidad Lola. Está en casa, pero su día transcurrirá recogiendo el local donde se cambia al Tercio, acudiendo al local de la Cofradía de Dolores para ultimar detalles con los organizadores de la procesión, atendiendo a una entrevista de COPE Ferrol, visitando a la talla de la Esperanza antes de que la suban al trono y comiendo junto a una treintena de portadoras en La Cañita, toda una tradición.
«Me tomaré varias tilas entre medias», comenta divertida, «antes de llegar a nuestro local a las 20:45 horas, porque tengo que volver a medir a la gente, sobre todo a las que quieren salir descalzas hoy, y hacer un simulacro de salida y retirada para que todo salga perfecto», relata. La verdad es que el nivel de perfección al que han llegado estas 68 mujeres meciendo los pasos que portan sorprende a propios y extraños, nadie se acuerda ya de aquellos tiempos en los que las niñas tenían que demostrar que eran igual de válidas que sus compañeros hombres.
Nos adelanta Lola que, al igual que el año pasado, la Virgen saldrá sin palio en su trono de unas dos toneladas de peso. Un detalle que volverá a animarlas a levantarlo a dos manos, «por lo menos en la salida. La idea es también hacerlo en la retirada, pero siempre depende de cómo vayamos de fuerzas», asegura. Pero no será solamente ese gesto el que prometerá emoción este Martes Santo. Los acordes de «Una madre no se cansa de esperar» competirán en sentimiento con los pasos coreografiados que las portadoras llevan ensayando desde el mes de enero.
«La verdad es que la retirada de hoy es la más complicada porque empezamos los pasos en un punto muy exacto del giro y sería fácil perder el compás. De hecho, el año pasado, cuando lo hicimos por primera vez, tenía una ansiedad tremenda y casi me bloqueo. Por suerte todo salió genial y este año volverá a salir bien», se repite Lola, orgullosa de la respuesta y el compromiso de las portadoras.
«Está mal que sea yo quien lo diga, pero creo que somos las más implicadas. Ensayamos más que nadie. Este año hemos empezado el fin de semana de después de San Julián, primero sólo los domingos. Desde febrero, también los viernes, y estas últimas semanas ensayábamos con banda a mayores un día más. Es decir, tres ensayos semanales», enumera.
«Mucha gente viene a ver las procesiones por nosotras»
Las portadoras más veteranas aún se acuerdan cómo en los primeros años era común entre algunos portadores hombres realizar apuestas cuestionando que las niñas pudiesen traer de vuelta a las imágenes. «Eso pasó a la historia por completo. Estamos muy bien consideradas, el Tercio tiene peso dentro de la Cofradía, mucha gente viene a vernos a nosotras, nuestras retiradas, nuestros bailes… Salimos en cinco procesiones con tronos muy pesados y nadie piensa ya que no podamos. Es más, este año ha sido el segundo que vamos hasta A Coruña la tarde del Domingo de Ramos a llevar un trono allí porque nos llaman y nos tratan fenomenal», cuenta la mayordoma.
Lola llegó al cargo sustituyendo a Patricia Graña, que estuvo al frente de las portadoras durante más de una década. Ella era una de esas primeras valientes que en 1987, hace justamente 30 años, ocuparon un puesto en la primera dotación femenina no sólo de Ferrol, sino también de toda España. Unas precursoras que salían ataviadas con vaqueros y camisas, que rondando los noventa se pasaron al uniforme de Cristo Rey y que, hará una década por fin lucieron el hábito y el capuz que les permitían jugar en igualdad de condiciones. Con capuz verde Esperanza o morado Nazareno, intercambian estas dos vestimentas en función de la imagen que vayan a portar.
«Desde aquellos primeros años el Tercio ha cambiado muchísimo. La vestimenta lo primero, pero también la organización. Al principio había peleas por entrar y te anotabas en una lista, pero no te garantizaba que fueses a procesionar… La forma de andar con el trono antes era muy brusca, ahora hemos conseguido que sea más elegante… Estamos mucho mejor organizadas», concluye Lola, explicando que «tenemos en lista de espera a mucha gente».
No habrá, a priori, problemas de relevo entre las mujeres portadoras. «Las más jóvenes, que vienen del Tercio de la Esperanza y con 16 años quieren portar, tienen preferencia, así como las que son cofrades de Dolores. Después, siempre es importante encontrar a mujeres que tengan una determinada altura, para que todo vaya lo más medido posible», explica para las posibles interesadas.
Antes de despedirnos, le preguntamos si este Martes Santo encontrará un instante durante la procesión para evadirse de su responsabilidad y centrarse en su propio sentimiento religioso ante la Esperanza. «Tengo ese momentito en el que se me olvida que hay que marcar los pasos y todo lo demás. Eso sí, enseguida intento centrarme, porque te desubicas por un minuto, y vuelvo a coger el paso para estar con los cinco sentidos antes de entrar en el corralón».