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Ellas también son racinguistas

Mujeres racinguistas posan con el árbol del centenario en A Malata (foto: Ferrol360)

MARTA CORRAL | Ferrol | Sábado 11 marzo 2023 | 17:26

El 5 de octubre de 2019, la señora Fina fue una de las elegidas para plantar el carballo del centenario del Racing de Ferrol en A Malata. Ella, que nos dejó el pasado mes de diciembre a los 102 años, fue una pionera absoluta en esto del racinguismo, al que llegó junto a su hermana en una época en la que acudir al campo del ganchete de algún hombre y no por deseo propio era lo habitual para las mujeres.

Este pasado domingo, aprovechando el partido contra el Algeciras, citamos al lado de ese mismo árbol a una veintena de mujeres racinguistas, contando para ello con la complicidad de Pablo Bueno, presidente de la Federación de Peñas. Les hemos preguntado cómo se engancharon al Racing, qué es lo que tiene esto para que no fallen nunca y también cómo podría crecer el número de mujeres abonadas.

Las jóvenes reducen la brecha

Según los datos facilitados por el club, actualmente hay un total de 3.642 personas abonadas al Racing, de las que 712 son mujeres, representando el 19,53 % del total, casi un quinto de la masa social que, sin embargo, varía si desgranamos estos mismos números por edades. Así, por ejemplo, entre el público adulto hay 1.299 hombres y 225 mujeres (14,76 %) y en los senior 405 hombres y 71 mujeres (14,91 %).

Entre los menores de 30 años se intuye ya un cambio de tendencia, con 354 hombres y 129 mujeres (ellas son el 26,70 %), mientras que entre los menores de 20 años constan 495 socios y 161 socias (24,54 %) y los menores de 12 años suponen 373 niños y 125 niñas, un 25,10 % de socias. La edad parece, por lo tanto, determinante entre las abonadas, que repuntan en los tramos más jóvenes y auguran un futuro esperanzador para el racinguismo escrito en femenino.

Tres de Marea Verde

Simona (32 años, socia desde 2010), Gabriela (25 años, socia desde 2014) y Elena (34 años, socia desde 2015) son de la peña Marea Verde. La primera confiesa que llegó al racinguismo porque su pareja es el presidente de la Federación de Peñas «y no me quedaba otra, no había opción: o ir al fútbol y vernos o no vernos tanto», dice divertida, mientras su compañera explica que en su caso fue «más que nada, sentimiento ferrolano».

Imagen de la afición en el Cultural Leonesa-Racing en el Reino de León (foto: Ferrol360)

Elena, que acude ahora en muletas al campo, cuenta que a ella la liaron «amigos que también eran socios y te animan a venir, a pasar un un buen rato». Las tres coinciden en que lo mejor del fútbol «es el ambiente, porque al final da igual en qué división estamos, si jugamos en casa o fuera, si hace bueno o si hace malo, siempre hay racinguistas que van a todas partes», sostiene Simona, avalando que las cenas de la peña también son un aliciente.

«No es para nada como verlo por televisión porque estar en el estadio es mucha más emoción, conoces a gente… Creo que es un buen motivo para animar a las demás mujeres. Los desplazamientos, las previas y animar al equipo», enumera Gabriela, mientras Elena confirma que «allá donde juegue, voy, y solemos quedar siempre antes del partido con los amigos para comer, beber y pasarlo bien».

El clan de las Morandeira

Nacer con el apellido Morandeira en el DNI implica traer un carné del Racing bajo el brazo, así que las mujeres de la familia han acogido su sino con pasión y se encargan de transmitirlo en su particular gen racinguista, como es el caso de Tania (35 años, socia desde la cuna) que trajo consigo a la entrevista a Mateo, el único hombre al que citaremos en estas líneas, que todavía va a A Malata en el vientre de su madre.

Mariola (31 años, otra socia desde la cuna), lo confirma con retranca: «Como Morandeira que soy, no me quedó mucha opción». No obstante, al margen de la genética, al clan Morandeira se le han ido sumando decenas de mujeres, muchas de ellas socias fundadoras. María José (56 años, socia desde el 2000) se dejó liar por su padre y su marido, porque «no era futbolera»: «El primer día que vine fue una perfecta tortura, pero me coincidió el playoff del 2000 y aun estando embarazada ya botaba con bombo y todo. Desde aquella, aquí me quedé».

Aficionados en A Malata durante el Racing-Cádiz (foto: Mero Barral / 13fotos para Ferrol360)
Aficionados en A Malata durante el Racing-Cádiz en 2016 (foto: Mero Barral / 13fotos para Ferrol360)

Relata que no entendía «el primer día que vine, cómo la gente se podía levantar y podían gritar, y ahora la primera que pierde los estribos soy yo», dejando una sugerencia para futuras campañas de captación: «Esto es como el anuncio de Schweppes… ¿Que no te gusta la Schweppes? Es que la has probado poco. Pues aquí pasa lo mismo, si no te gusta el Racing es que lo has probado poco». Su hija Aimara, la que estaba en el bombo en el 2000, socia desde hace 22 años, confirma que «en la tele no se ve así y, de hecho, creo que hay pocas mujeres en el fútbol porque lo ven desde la tele y no se enganchan. Tienen que venir».

Siendo la hija de dos periodistas deportivos y ferrolanistas de pro como María Fernández Manso y Raúl Villares, a Sara (13 años, socia desde «antes de nacer») tampoco le quedó más alternativa que la verdiblanca, pero es feliz viniendo al fútbol y también yendo al BAXI. Ella, que tiene que cumplir con el maravilloso ritual de comer en el Bacoriño antes de ir a A Malata, acude con una pandilla de amigas morandeiras con las que va a desplazamientos aunque no vayan sus padres.

«Quedamos un poco antes, entramos y nos sentamos juntas, y disfrutamos», explica Sara. A Lucía (14 años, socia desde 2015) le atrajo al campo el «sentimiento ferrolano», a Inés (13 años, socia desde 2016) que sus amigas ya eran del Racing y la animaron, y a Mara (13 años), Cloe (12 años) y Carmen (13 años) nacer siendo del clan ya marcó su destino. Raquel (46 años), otra de las socias fundadoras de la peña en el 2000, suele acompañar a esta pandilla que está llamada a sostener el racinguismo del futuro.

Fina Malde (74 años, socia desde hace 50) tiene el número 36 y nos lo dice con orgullo. Se enganchó por su marido «y aquí me quedé», concluye, con esa frase que tantas veces estamos leyendo en boca de estas mujeres. Junto a ella está Sonia (51 años) que había dejado de renovar el abono y volvió esta temporada porque «lo de Vigo me llegó mucho, me enganchó de nuevo».

Aficionados verdes en el Pontevedra-Racing de Pasarón (foto: Ferrol360)

Bea (42 años, socia desde el 2000) recuerda que se hizo del Racing en un viaje a Barakaldo con su marido, cuando se habló de fundar la peña, y otra Fina (65 años, socia desde hace 33) trabajaba en el mesón José, al lado del Manuel Rivera: «Los jugadores del equipo visitante llegaban a comer y mis compañeros y yo íbamos después al segundo tiempo», rememora.

Dos de la peña San Juan

Iria (25 años, socia desde el 2016) recuerda que de pequeña iba a algún partido, pero fue después de la fase de ascenso de 2015 cuando «empecé con más ganas, junto a mi padre, que también se hizo socio, así que los domingos ahora es un día de padre e hija». Dice que no tenían «tradición de antes» y que, aunque vive en Santiago de Compostela, no escatima a la hora de pagar la AP-9 para no fallar en A Malata.

«Es la emoción el momento, cómo vives cada jugada… Algo que solo se vive en el campo. Realmente, como dijeron otras compañeras, el primer contacto con el fútbol suele ser la tele y por ahí no lo vives… Pero estás aquí y es completamente diferente», valora Iria, animando a otras mujeres a probar una tarde de Racing en A Malata.

Ángeles también es de las veteranas y, como la veteranía es un grado, hemos recogido su petición para no dejar por aquí escrita su edad. Basta con saber que es socia desde el año 2013 y que tiene el corazón partido entre la peña San Juan y la Morandeira. «Me aboné por mi nieto, porque lo traía a entrenar y a jugar los partidos, pero después también empecé a venir con mi pareja y estoy encantada de la vida. Si no vienes, no sabes lo bonito que es y lo que se disfruta porque, una vez que vienes coges una afición tremenda. Me gusta el ambiente, ver que gana mi equipo, verlo jugar».

Recién bajadas de Canido: dos de D’Tapas

Uxía (29 años, socia desde los 11) visitó por primera vez A Malata cuando repartieron entradas en el club de atletismo en el que estaba «y ya me quedé aquí». Reflexiona que una menor asistencia de mujeres es un «problema de todo el fútbol, no solo del racinguismo, se ve perfectamente que todas las aficiones están formadas mayoritariamente por hombres, es una costumbre de raíz».

Una aficionada del Racing llora en La Eragudina tras la derrota ante el Atlético Astorga (foto: Peio García / Leonoticias)
Una aficionada del Racing llora en La Eragudina tras la derrota ante el Atlético Astorga en 2016 (foto: Peio García / Leonoticias)

Bea (23 años, socia desde hace 10) se sacó el abono porque le gustaba a ella: «Mi abuelo era del Racing, pero no lo conocí aunque mi madre me habló siempre de él y su afición», relata. Como puntos fuertes de venir a ver a su equipo destaca que «conoces a gente y ahora, con la peña, hacemos previas en el bar D’Tapas y hay mucho ambiente, ves a todo el mundo con camisetas y bufandas, se crea una familia con la que además darlo todo y gritar en el campo, dependiendo del día, claro», ríe.

Uxía coincide con su compañera de peña, animando a todo el mundo a que pruebe porque «se vive totalmente diferente». Lo mejor para ella son los viajes, pero también los días de fútbol en A Malata: «Ya aviso que no como en casa porque como en Canido», recalca. D’Tapas, con menos de un año de actividad, es una de las agrupaciones que más dinamiza al racinguismo: «Faltaba un lugar intermedio, porque parece que cuando eres muy joven estás con los ultras y cuando creces te haces peñista con gente que es mucho mayor que tú».

Mientras Bea cree que harían faltan «campañas de captación de abonados más atractivas para la gente de Ferrol», Uxía aboga por dar más visibilidad y cariño a los socios, dejando claro que «hay chicas y nos lo pasamos muy bien». Además, apunta, «darle más seriedad al proyecto del Racing femenino también ayudaría a atraer a más mujeres» y concluye que los desplazamientos son muy importantes a la hora de engancharse: «El viaje a Pontevedra, por ejemplo, fue clave».

Una aficionada verde durante el Racing-Somozas de A Malata en 2016 (foto: Mero Barral / 13fotos para Ferrol360)

Les pregunto por ello y todas reiteran la necesidad del arreglo urgente de los baños de mujeres, pero en sus relatos encontramos también un buen puñado de motivos para que las que todavía no lo han hecho venzan ese muro psicológico y vayan al campo a probar, a saber qué es lo que ha enganchado a su hermana, a su amiga, a su sobrina, a su pareja, a su hija… Quizás un empujón desde el club tampoco vendría mal. Sea como fuere, la afición que se escribe en femenino ha echado raíces y todo el mundo sabe de sobras ya que ellas también son racinguistas.

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