JOSÉ MARÍN AMENEIROS / ARY LÓPEZ | Ortigueira | Sábado 13 julio 2013 | 19:06
Acudir a Ortigueira el segundo fin de semana de julio no significa únicamente disfrutar de los conciertos de la Alameda, comprar artículos de artesanía o montarse una fiesta independiente en el pinar de Morouzos.
La cita ofrece también una serie de actividades gratuitas y para todos los públicos. Algunas de las que se han organizado este año son: exposiciones fotográficas, una proyección documental y talleres de danza irlandesa o composición musical.
Documental
El Jinete Films puso a trotar este viernes su documental “Ortigueira: os ecos de Finis Terrae”. En el vídeo, de casi dos horas de duración, dos cineastas norteamericanas ofrecen su particular vista sobre el Festival de Ortigueira. Fue en una primicia proyectada en el Teatro de la Beneficencia, que prácticamente llenó sus butacas para el visionado.
La cinta arranca de manera emotiva, sin una sola palabra, con una macedonia de imágenes de Ortigueira, sus paisajes, su festival, sus calles, acompañado todo de una también conmovedora melodía celta. A partir de ahí, y con el discurso inaugural de José Buide, sempiterno párroco de la villa, se van sucediendo la historia de esta celebración musical conocida como Mundo Celta. Desde sus difíciles orígenes, narrados por sus creadores Xavier Garrote o Álvaro Fernández Polo, hasta la actualidad, con especial recorrido sobre algunos de los últimos artistas del Proyecto Runas.
Incluso el visionado arrancó algún momento de carcajada a los asistentes, como cuando dos chavales orteganos hablan, bebida en mano, de lo conocida que es Ortigueira gracias al festival. E instantes y frases emotivas, sobre todo del nacimiento del festival. “En el año 78, año de su creación, no es que hubiera ganas de diversión, es que había necesidad de ella”, resume en una frase, uno de los creadores, la esencia del Mundo Celta.
Taller de composición musical
«No soy un buen compositor. Una de mis aspiraciones en la vida es aprender a componer.»
Así comenzaba este viernes el taller de composición musical desarrollado en el marco de las actividades del Festival de Ortigueira. Las palabras eran de Ernesto Campos, profesor del curso, gaiteiro, guitarrista en el grupo Crema de gaita, y aunque él no se lo crea, también compositor. Se ha trasladado a la villa para impartir este taller durante el viernes y el sábado. Es una de las ofertas lúdicas que pone el festival a disposición del público visitante.
Con Ernesto, uno asume entre otras cosas, que nunca es tarde para aprender música. Uno de sus consejos iniciales es que no debemos ponernos trabas a la hora de empezar a crear una pequeña composición. Reconoce que es duro, pero nunca imposible.
A la hora de componer, el maestro nos habla de dos técnicas básicas a tener en cuenta. La primera es el principio de repetición, ofrecer un patrón musical breve durante varias secuencias. Es una forma de retención o memorización de melodías empleada en piezas tradicionales como la muiñeira. El segundo es el principio de progresión -muy utilizado en los preludios de gaita-, con el que una melodía se varía en forma ascendente o descendente.
Pueden parecer estas prácticas muy específicas para alguien que no sabe leer música. Pero lo cierto es que Campos va más allá y sentencia que “a veces, saber leer música puede ser malo.” Lo dice con respeto, pero sabe de lo que habla. Considera que aquellos que son incapaces de descifrar una partitura tienen una memoria “sorprendente”, que les obliga a memorizar los diferentes discursos musicales. Para componer, Campos nos invita a desnudarnos, a volver a nuestra infancia perdiendo cualquier complejo propiamente adulto. Y esto lo han puesto en práctica algunos de los asistentes al taller que han perdido el miedo a escribir después de participar en este curso. Las lecciones de Ernesto Campos les han motivado para romper el hielo ante un pentagrama en blanco. Y desde hoy ya pueden presumir de poder firmar su primera pieza musical.