TEXTO Y FOTOGRAFÍAS: ALICIA SEOANE | Ferrol | Domingo 22 noviembre 2023 | 14:55
Tinta y tiempo, son dos cosas que juegan a favor de un artista para mantenerse 30 años encima de un escenario sin dejar de ser él mismo. La música de Drexler es claramente reconocible y atemporal. Sus letras atrapan. Las buenas letras siempre te tocan. Este sábado por la tarde arrancaba en el Auditorio de Ferrol la gira de su último álbum, Tinta y Tiempo, que ha conseguido siete premios Grammy. Entre ellos, a Mejor Grabación del Año y Canción del Año, por Tocarte, en colaboración con C. Tangana. Si además te sabes rodear de un equipo de personas que tienen sus propios proyectos y mucho gusto en el escenario, el resultado es un público entregado y un concierto insuperable. Acompañando al uruguayo estaban Borja Barrueta (batería), Meritxell Neddermann (teclados y voces), Javier Calequi (guitarra y voces), Carles “Campi” Campón (bajo y programaciones), Alana Sinkëy y Miryam Latrece (voces).
El auditorio estaba lleno de gente, grupos de personas en la puerta y muchas ganas. Drexler apareció en escena con los brazos abiertos y el corazón por delante, arrancando el concierto con Plan maestro. Sus letras hablan de amor, desamor, deseo y de otros muchos temas sobre la grandeza y la vulnerabilidad humana. Su último disco se presenta sobre un fondo blanco, haciendo recordar esa hoja vacía con la que se enfrenta el escritor. Un álbum creado durante la pandemia en el que el músico explica que le ha costado encontrar las letras. El resultado, lejos de ser una hoja en blanco, es todo lo contrario.
En el directo conduce al público por distintos momentos de su vida, compartiendo su visión del amor con una generosidad y gratitud conmovedoras. Había muchas ganas de volver al escenario: es el primer concierto, lo coge con ganas, y el público también. Su último álbum es un viaje de tinta y tiempo, una celebración de toda su trayectoria. La iluminación te envuelve en este trayecto y ayuda a adentrarse en su universo. No es excesiva, no es monótona, es elegante y sencilla.
Paseando entre sus letras, Drexler va deshilvanando todo su proceso vital, desde momentos donde el amor representaba una fusión, hasta el momento presente donde el amor se acepta como un corazón impar. Un hombre que invita a tocarse, a revelarse contra el algoritmo. Que se atreve a pedir asilo, que sabe pedir y dar amor en cada letra sin temor a hablar de esto que tanto nos asusta y que tanto nos hace sufrir. Nada habitual en los tiempos que corren el subirse a un escenario y cantar solo con una guitarra, sin efectos, sin distracciones, mi guitarra y vos.
Una propuesta con la que consigue que sus letras nos sigan tocando, con ritmos y formas nuevas, pero sin dejar de ser quién es. Abierto a lo que sucede en el mundo y a colaborar con personas que no suenan igual que él, pero sabiendo sacar lo mejor de su tiempo. Una curiosidad y frescura que hacen que Drexler sea un artista atemporal, del que no importa su edad, no importa su tiempo. Todo se transforma, pero mantiene su esencia. Su puesta en escena es como tomar una bocanada de aire fresco. Es silencio, es pausa y movimiento. Simplemente ENORME.
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