ARY LÓPEZ | Viernes 4 octubre 2013 | 11:54
Aún con la resaca del Festival de Cine de San Sebastián en la maleta y jugando al Tetris con su agenda para poder atendernos, la valiente Isabel Ayguavives nos habla de su carrera cinematográfica, del panorama actual y de su ansiada vuelta a la ciudad naval que le vio nacer.
Ha viajado a Latinoamérica para filmar El árbol magnético, su primera película, que nace de una semilla hispano-chilena. Escrito y dirigido por Isabel Ayguavives, tras la hermandad audiovisual entre estos dos países crece un film que muestra la atracción escondida hacia lo pasado. Es el viaje de la vida en dirección a los inicios. El regreso a los orígenes del joven Bruno (Andrés Gertrudix), que vuelve a su Chile natal para reencontrarse con su familia y despedirse de su antigua casa. El primer largometraje de Ayguavives se estrenó la pasada semana en la 61ª edición del Festival de Cine de San Sebastián en la sección Nuevos Directores. Allí ha dejado un buen sabor de boca y espera conseguir la misma respuesta la próxima semana, cuando viaje al Festival de Cine de Valdivia, en Chile.
Desde Madrid, la directora ferrolana morriñenta y deseosa de trabajar en su ciudad nos atiende con una voz constipada pero extraordinariamente amigable. Quién mejor que ella para hablarnos de su propia película.
FERROL360 – ¿Cuándo decidiste que querías ser directora de cine y por qué?
ISABEL AYGUAVIVES – La verdad es que no ha sido algo muy consciente, sino fruto de cómo fueron saliendo las cosas. Desde pequeña siempre estuve rodeada de aparellos del mundo audiovisual. Mi padre trabajó en un estudio fotográfico, en un videoclub y como operador de cámara. Recuerdo que con 7 años vi en televisión un reportaje de El Imperio Contraataca explicando la animación fotograma a fotograma y después mostraban niños creando muñecos de plastilina. Fue algo que me gustó mucho y de pequerrechiña empecé a experimentar con eso. Luego ya estudié Ciencias de la Imagen y a raíz de una película que se rodó en Ferrol trabajé como meritorio y me abrió las puertas. A partir de ahí empecé a trabajar en mis primeros proyectos.
360 – Tres cortometrajes a tus espaldas –La Valiente (2003), El Castigo (2005) y Penfield (2010)- y ahora das a luz a tu primer largo. ¿Has sudado tinta china para conseguirlo?
IA – Tinta china es poco. Han sido cuatro años de trabajo continuo. La financiación ha sido difícil porque se trata de una peli muy pequeña que se sostiene de los personajes y el subtexto. Ha sido muy duro porque además el proyecto pedía irse a Chile. Para mí ha supuesto un salto muy grande; irte a un sitio que no conoces a hacer tu primer largo…
360 – Antes de continuar, enhorabuena por tu estreno en el Festival de San Sebastián. Era la primera vez que lo visitabas, al menos en calidad de directora novel de un largometraje. ¿Qué balance haces de él?
IA – Pues un poco locura. Me imaginaba otra cosa, con más tiempo para relacionarte con gente de otras producciones o ver las obras. Pero nosotros llegamos allí para vender nuestra película. El pase de prensa fue el sábado cuando los medios ya estaban más pendientes del palmarés. Aunque la acogida del público fue muy cálida, sentí que a la gente le estaba entrando muy bien. Me di cuenta de que el habla local chilena no era un problema y hubo risas, silencios y comentarios muy bonitos.
360 – Con las dificultades que amenazan constantemente a la industria cinematográfica española, ¿compensa saltar el charco y echarse a rodar?
IA – Aunque yo me he ido porque la historia de mi proyecto sucedió allí, yo no lo haría. Rodar en Chile no me ha dado ninguna facilidad extra que me hubieran dado aquí. A mí me interesan películas cercanas que hablen de la vida. Prefiero buscar aquí los cimientos, y es que además, si nos vamos todos, esto desaparece.
360 – Estamos viviendo constantes ‘fugas de cerebros’, jóvenes preparados que emigran en busca de un futuro profesional… ¿sufrimos también la diáspora cinematográfica?
IA – Tengo bastantes conocidos que lo están intentando en Los Ángeles y aunque no pierden aquí los contactos están viviendo experiencias allá. No hay día que no desayunemos con tristes noticias que afectan al audiovisual, aquí se está poniendo todo muy complicado y parece que solo hay sitio para las grandes producciones. Y El árbol magnético no lo es.
360 – Del exilio, precisamente, habla tu película. El retorno al país de origen de Bruno, el protagonista. ¿Con qué se encuentra a su vuelta?
IA – Con una situación que reproduce un pasado muy común para él y ahora se encuentra con algo que ha olvidado, vuelve a despertar esos recuerdos que tenía un poco apartados. En los 10 años que ha estado fuera se ha olvidado un poco de los afectos y vuelve a unos recuerdos anteriores con los que es inevitable un cierto desencanto también. También ha cambiado la relación que tenía con su prima Nela (Manuela Martelli), ahora son adultos.
360 – ¿Y cómo es en verdad ese árbol magnético chileno?
IA – Existe de verdad y cada vez es más turístico. La primera vez que lo visité en 2004, pocos parecían conocerlo pero ahora está más explotado. Es un algarrobo al que accedes por un camino de tierra y en una pequeña pendiente donde paras el coche, es repelido.
360 – Hemos visto retratos familiares en tus cortos. Por ejemplo, El Castigo gira en torno a una escena muy cotidiana en un hogar. ¿Tu familia te acompaña en tus obras?
IA – Para mí el tema de la familia es importante, ofrece un escenario muy rico y diverso porque la comprenden diferentes edades y roles. En este caso la historia es muy coral; una gran familia que ha convivido mucho y donde también hay ausencias.
360 – La próxima parada para tu film es el país que lo vio nacer. Viajas a Chile la próxima semana. ¿Cómo esperas ser recibida?
IA – Tengo muchas ganas de saber cómo la gente de Chile acoge la película, porque hasta ahora solo he recibido las impresiones de chilenos que la han visto en San Sebastián. Tengo curiosidad por ver qué sucede. El Festival de Valdivia es el más importante del país y el de San Sebastián también lo es de aquí. No podríamos comenzar con mejor pie.
360 – Volvamos a la terriña… ¿qué hay de lo nuestro? ¿cómo ves el novo cinema galego en figuras como Oliver Laxe (Todos vós sodes capitáns) o Lois Patiño (Costa da Morte).
IA – Lamentablemente no he podido ver nada el último año por estar inmersa en la película, pero hay algo efervescente; son obras que lindan con el documental. Me parece estupendo que haya películas saliendo al margen de la industria e intentando entrar y no irse a Hollywood. Estoy deseando conocer a Lois Patiño, que seguramente también viaje a Valdivia la próxima semana.
360 – Después de haber grabado en Madrid, en Chile, ¿no te apetece quedarte por aquí a grabar?
IA – Me apetece quedarme aquí para todo. Echo muchísimo de menos el mar. Me pasa un poco como a Bruno, en Madrid no acabo de ver mi casa… y cuando regreso a Ferrol tengo la sensación de que los amigos tienen sus agendas y todos intentamos coincidir. Pero no es lo mismo. Me encantaría establecerme fuera de Madrid.
360 – ¿Cuándo podremos ver El árbol magnético en nuestros cines?
IA – Pues no lo sé. Estamos luchando por la distribución, pero inmediatamente no va a ser.
360 – Si por casualidad ya has pensado en nuevos proyectos, ¿qué te gustaría filmar próximamente?
IA – Ha sido tan reciente todo… y yo escribo de forma muy anárquica. No tengo un diseño estricto del guion. El árbol fue muy urgente, espontáneo. Cuando encuentro algo de todo ese barullo de pequeñas notas que he tomado voy tirando de ese hilo. Supongo que con calma, algo surgirá.
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