JOSÉ MARÍN AMENEIROS | Pantín | Lunes 2 septiembre 2013 | 14.05
Entre el racheado viento de Pantín emergieron unos gritos de alegría desmedida. Era Nikki Van Dijk, que con espontaneidad, euforia y un neopreno amarillo fosforescente salía de las aguas celebrando su victoria en el Pantín Classic, su primer campeonato de seis estrellas, el primer triunfo de una australiana en Valdoviño. La insultantemente joven surfista de 18 años se impuso en una final épica a su compatriota Dimity Stoyle, en medio de olas de dos metros y ante un público que cubrió las arenas de Pantín como las pegatinas cubren la señal que indica la playa a pie de carretera.
Las respiraciones se contuvieron, e incluso el viento paró por unos instantes cuando Van Dijk decidió subirse a una eterna ola de izquierdas. Allí cabalgó sin fin la australiana, sobre dos metros de agua, hasta que un último giro se le resistió tras la enésima pirueta y desapareció entre la abundante espuma. «¡Ojo a la puntuación de esa ola!», avisaba el speaker Irisarri entre el clamor unánime del público. Los jueces alzaron un 9,23 y la final quedó prácticamente finiquitada para Van Dijk.
Al final la ganadora sumó un 16,23 por el 12,47 de Stoyle. Fue una final de epopeya que reunió todos los ingredientes necesarios para cerrar a lo grande el vigesimosexto Pantín Classic. Olas grandes, un viento que dificultaba la lucha y peinaba de espuma el flequillo de cada ola, y unas surfistas exhaustas pero entregadas que se echaban al agua por cuarta vez en un mismo día. Por ello, Vicente Irisarri no se cansó de pedir aplausos para las aussies. Ni de presumir de la playa de Pantín. «¡No será por olas! La factoría ha reservado lo mejor de su producción para la final de las chicas», decía orgulloso el comentarista.
El público puso de su parte también para completar un gran campeonato. Bajo un caluroso sol de inicios de septiembre, la duna acogía multitud de gorras del Pantín Classic, bañadores y algún que otro neopreno esperando su oportunidad para lanzarse al agua. A cada esfuerzo de las surfistas brotaban aplausos del respetable, momentos de ovación que tuvieron su cénit cuando Nuno Jonet, compañero de cabina de Irisarri, ensalzó al pueblo gallego por su solidaridad en el pasado accidente de tren de Santiago. «Gracias en nombre de toda Galicia», respondió solemne Irisarri, de parte de todo un público que batía sus palmas por ello.
Nikki Van Dijk, que en su euforia de ganadora casi llega al podio para la 27º edición por entretenerse celebrándolo por la playa, se convierte en la primera australiana en triunfar en Pantín desde que se celebra el torneo femenino –año 2000-. «No sé cómo agradecer el apoyo que he venido recibiendo de los fans durante todo el campeonato, de verdad, sois increíbles», dijo Van Dijk, suscribiendo así las palabras que hace unos días dijera la anterior campeona, Sage Erickson, sobre la afición gallega. Una Erickson, por cierto, que cayó eliminada antes de cuartos y se complica permanecer en el Top 17 de la ASP. Lugar al que accede ahora Nikki Van Dijk.
La afición se congregó delante del podio para ovacionar a la flamante ganadora de este 26º Pantín Classic, la australiana Nikki Van Dijk. (Foto: ASP Surf)
La flamante –por su recién estrenado campeonato y por su neopreno- campeona aún seguía emocionada en el podio, abrazándose con deportividad y cariño a la subcampeona Dimity Stoyle. Las hawaianas Alessa Quizon y Tatiana Weston-Web, terceras clasificadas ex aequo, se sumaron también a la fiesta en el cajón, regándose mutuamente con champán. Unos momentos que compitieron en emotividad con la entrega a Vicente Irisarri de un trofeo a título póstumo para su mujer, Macamen, fallecida hace algunos meses y muy entregada, igual que Vicente, a este decano del surf, el Pantín Classic. Irisarri alzó la condecoración al sol bajo unos aplausos sinceros de la afición.
Antes, en su despedida por vigesimosexta vez de la cabina de comentarista, el speaker volvió a hacer mención a su querida playa de Pantín, la verdadera protagonista durante todos estos años del campeonato. «No dejéis ni una botella, ni una colilla, ni un papel en el suelo, mañana [por hoy] tiene que parecer que aquí no ha habido campeonato», pronunciaba Vicente Irisarri, «porque nuestra misión es entregar esta playa de Pantín a las futuras generaciones igual que la conocimos nosotros hace 25 años». Aloha.