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«Podría haber muerto»: un surfista se recupera de una picadura de velutina en Doniños

Imagen de archivo de la playa de Doniños (foto: Mero Barral / 13fotos para Ferrol360)

MARTA CORRAL | Ferrol | Jueves 22 agosto 2019 | 14:17

Los apicultores llevan años advirtiendo sobre la avispa asiática que ha encontrado en Galicia un lugar perfecto para instalarse, reproducirse y entrañar, de paso, un grave peligro de salud pública que las administraciones no acaban de tomarse en serio.

El último caso grave que se ha registrado en la comarca ocurría este pasado martes 20 en la playa de Doniños, en Ferrol. La víctima de la picadura, P. F., nos relata al otro lado del teléfono su pesadilla, aun desde el hospital, del que le darán el alta, previsiblemente, este viernes.

Acudió al arenal ese día a practicar surf al finalizar su jornada laboral cuando sintió un pinchazo en el pie mientras caminaba por la orilla. «Pensé que sería un escarapote y me puse a buscarlo, pero enseguida vi que había sido una velutina», cuenta, añadiendo que el pasado año ya le había picado otra en Pantín.

Una alergia mortal

Esta circunstancia lo cambiaría todo: «Me han explicado los médicos que, una vez que te han picado, desarrollas una especie de alergia al veneno», un extremo que también confirma el apicultor Jorge Lema, miembro de la delegación ferrolana de la Asociación Gallega de Apicultura (AGA).

«La otra vez solo se me había inflamado, pero esta vez empecé a sentir un picor insoportable a los pocos minutos. Me empecé a asfixiar y se me nublaba la vista, así que me acosté y levanté las piernas para no desmayarme». El surfista pudo avisar a otras personas que estaban en el agua para pedir ayuda.

Él estuvo cinco años de socorrista en los arenales de la comarca e intentó mantener la calma: «Les dije que estaba muy mal, que me había picado una velutina y que llamasen al 112», recuerda. Los socorristas de Doniños acudieron también hasta la zona, en el medio de la playa, pero solo pudieron transportarlo en el tablero espinal hasta el aparcamiento.

Falta de adrenalina

«A través del teléfono, el 061 les dijo que me pusiesen adrenalina para paliar la reacción alérgica, pero no tenían en la caseta y yo cada vez podía respirar menos. Me comentaron después los médicos que llegué a respirar con un 35 % de mi capacidad pulmonar». En una media hora estaba en la ambulancia rumbo al hospital Arquitecto Marcide mientras le ponían tres dosis de adrenalina de camino al centro sanitario.

«Notaba la mandíbula agarrotada ya, entré en la residencia pensando que me iba a morir», asegura la víctima, que en ningún momento perdió la consciencia. Allí los médicos se pusieron manos a la obra y reconocieron después «que les costó sacarme adelante, incluso estuve a punto de ahogarme con una flema». P. F. sostiene que los sanitarios llegaron a confesarle que «podría haber muerto, no me encontraban ni pulso».

Después de un día y medio en la UVI, el ferrolano está en planta desde este miércoles, pero todavía sigue con el susto en el cuerpo. «Esto le pasa a un niño, a una persona mayor o a un enfermo crónico y lo mata», considera. El próximo viernes tendrá que acudir a la unidad de Alergias para que le realicen las pruebas y le proporcionen un kit de adrenalina que tendrá que llevar siempre consigo. «Todo el mundo se portó muy bien conmigo en la playa: los surfistas, los bañistas y los socorristas; pero creo que es necesario que en las casetas haya adrenalina sabiendo que pueden ocurrir este tipo de cosas», denuncia.

Velutinas «a mansalva»

Lema, que ya estaba informado sobre este nuevo caso de picadura, advierte que el número de velutinas este año ha aumentado considerablemente. «Para que te hagas una idea, en Asia, de donde son originarias, en cada lugar registran 10 o 12 reinas y aquí tenemos cientos. El otro día retiramos un nido en Chamorro que medía metro y medio», señala.

Las avispas asiáticas siguen un ciclo vital anual que comienza con la primavera, cuando despiertan de su letargo invernal. «Este año, por la sequía que tuvimos en invierno, el ciclo se alteró y se despertaron en febrero, desaparecieron pero después volvieron a aparecer». Ahora, en verano, es cuando campan a sus anchas y las hay «a mansalva», reconoce el experto.

La población va a crecer exponencialmente hasta llegar a su pico, en torno al 20 de octubre. «Todo depende que cómo venga el tiempo», pero la entrada del otoño supondrá la traca final de esta auténtica plaga de avispas que, como asegura Lema, «son carroñeras, se comen todo. Desde mamíferos en descomposición hasta mejillones».

Los apicultores invierten grandes sumas de dinero en trampear, investigar y acabar con los nidos de velutina, pero las administraciones no acaban de elaborar «un plan a medio y a largo plazo», que es lo que reclaman desde AGA. La investigación con químicos ha dado resultado en otros puntos del mundo que han tenido problemas semejantes, pero aquí son los dueños de colmenas los que asumen una responsabilidad que, a la vista está, nos debería concernir a todos.

Un comentario

  1. Hombre vivo y libre

    Que sigan las administraciones pasando olímpicamente de este gravísimo tema. Cuando muera un político haciendo senderismo, o tomando el sol en su casoplón, o paseando por la playa ya espabilarán. Yo vi una volando por el puente peatonal adyacente a la vía del tren que une O Couto y Neda hace unos días. Y salí corriendo en sentido contrario y casi no paré hasta el antiguo monasterio del susto.
    Sigan tomando esto a la ligera.

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