M. CORRAL | Ferrol | Martes 27 marzo 2018 | 11:37
Tanto hacer la danza de la lluvia en diciembre que, si ahora no queríamos caldo, tenemos diez tazas. Que la lluvia en exceso nos incomoda es un hecho, aunque vivamos en Galicia y estemos más que acostumbrados a los cielos grises, pero lo cierto es que en esta esquina del noroeste azotada normalmente por un nordés que ahora nos vendría de perlas, que caigan chuzos de punta durante toda la Semana Santa nos deja con el humor contrariado.
Primero porque las cofradías llevan muchos meses de trabajo para superarse año tras año y no pueden arriesgar su patrimonio si cae una sola gota. Segundo, porque los visitantes que esperaban disfrutar de nuestras procesiones puede que estén cancelando o que vengan, pero que no vivan ese ambiente de Pasión que respira la ciudad naval cuando sus calles están repletas de cofrades. Y tercero, no podía ser de otra forma, porque todos necesitamos a estas alturas del año hacer un poco la fotosíntesis en una terracita caña en mano. Llevar gafas de sol en marzo es de guapos (y guapas).
Hablando con el presidente de la Junta, César Carreño -un hombre retranqueiro donde los haya, para aquellos que no lo conozcan-, comentábamos la mala suerte que estábamos teniendo este año con el tiempo. Que sí, las previsiones eran las que eran, pero una siempre piensa que va a abrir. Que por allí viene un claro. Dos procesiones canceladas directamente por los chubascos y una tercera, la del Ecce Homo, debido a sus efectos colaterales.