FERROL360 | Miércoles 30 abril 2014 | 10:47 En un clan porcino, discutir por la cantidad de comida que recibe cada comensal, rebozarse en el barro y disfrutar del mal olor personal es lo habitual. Pero en un contexto de epidemias y crisis económicas, todo cobra un valor más dramático y la convivencia cotidiana se transforma en peligrosa. Ahora unos se devoran a otros por el bien colectivo o la pura satisfacción personal, pero nada parece justificable. La culpa, entre otras cosas, es del pienso y de toda la cadena de producción en la que está inmerso. Y esto ocasiona numerosas muertes, que elevan la problemática de los trabajadores de la industria porcina, provocando despidos, desesperación y desconfianza. La compañía andaluza La Zaranda asume este texto de Eusebio Calonge, que ...
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