M. CORRAL | Ferrol | Lunes 30 enero 2023 | 22:30
Estamos acostumbrados a que lleguen a estas páginas historias de negocios que se abren, de actividades consolidadas que celebran sus aniversarios o que crecen con el paso de los años, pero la realidad de las comarcas ―como ocurre en muchos otros lugares en paralelo al cambio de nuestros hábitos de consumo― es que también hay gente que tiene que echar el cierre a pesar de haberse dejado la piel, como es el caso de Caridad Dopico, al frente de Amodiño Narón.
La conocimos en el verano de 2021, cuando nos abrió la puerta de su tienda de ropa low cost en el 35 de la calle Vigo, en A Gándara. Nacida en Sequeiro, Valdoviño, pero vecina de O Ponto, había dejado un trabajo que ya no la motivaba para perseguir su sueño. Este mismo verano, celebramos su primer aniversario junto a ella, pero finalmente este martes bajará la verja de su negocio: «Fue una decisión muy difícil, está siéndolo, y la realidad es que estaba yendo bien hasta septiembre, cuando empezó la decadencia y pasé de tener algunos beneficios a no cubrir gastos».
Explica al otro lado del audio de WhatsApp que «esperé un tiempo prudencial, por las Navidades y las rebajas que, en teoría, se gasta más en comercio local, pero este no ha sido como el año pasado y el mal tiempo tampoco ha ayudado», lamenta, reflexionando que quizás «la gente haya comprado más por Internet o en grandes superficies, porque lo estuve hablando con más comerciantes y todos tenemos la misma percepción. No es algo que le ha ocurrido a Amodiño Narón, es generalizado y preocupante».
Una crisis generalizada en el comercio local
En su caso, Caridad no es de las que se han sentado detrás del mostrador a esperar a que la clientela entrara por la puerta, sino que ha puesto toda la carne en el asador: ha dinamizado como una profesional las redes sociales planteando diversos outfits cada día, ha seleccionado con mimo todas sus prendas buscando que fuesen lo más asequibles que podía, ha hecho incluso de modelo para mostrar la ropa, ha tejido una red con el resto de negocios de su zona, se ha publicitado y ha dispensado un trato inmejorable a todo el mundo con la mejor de sus sonrisas.
«No me siento culpable, he puesto lo que he podido y más. He luchado y me he sentido feliz porque esto para mí no era un trabajo, era mi sueño», confiesa Caridad, emocionada. Valora que «estamos atravesando una crisis en el comercio y los que llevan más años están más consolidados o pueden pedir líneas de crédito, pero yo no puedo endeudarme. No puedo anteponer mi sueño a la economía familiar. Creo que es una decisión inteligente aunque duele mucho y no lo estoy pasando bien».
Afortunadamente, Caridad tiene el respaldo incondicional de su familia y su entorno, pero también de la gente que la sigue en redes sociales y está visitando Amodiño para llevarse las prendas de liquidación: «Desde que lo puse en los perfiles de la tienda se han volcado. El cartel llama mucho, claro, pero me he dado cuenta de que hay personas que me seguían en silencio y ahora han querido acercarse a darme ánimo, cosa que también agradezco».
Más gastos y competencia de multinacionales
Caridad atenderá a su clientela este martes 31 de enero por última vez presencialmente, pero seguirá vendiendo el stock a través de las redes, echando el candado a un local que genera grandes gastos mensuales. «Me han subido a 617 euros el alquiler y todavía me esperaba una nueva subida, además de pagar autónomos, el agua y la luz, la alarma y la conexión a Internet, llegando a unos 1.500 euros al mes», enumera.
Un dineral al que todavía había que sumarle el precio de la mercancía que «también ha subido un montón por los costes de la gasolina, pero yo no quería poner precios desorbitados, así que el margen era menor. Soy consciente de que la gente de esta zona es trabajadora, llega justa a final de mes, y no puedes poner precios de boutique», sostiene Caridad, que no deja de recordar que también ha tenido en cuenta el anuncio de aperturas de multinacionales en los centros comerciales para tomar su decisión definitiva.
«Entiendo que venga a la zona porque son de ropa low cost y la gente va a ir allí, pero al comercio pequeño nos fastidia un montón porque no podemos competir», lamenta Caridad, prometiendo que no dejará de «intentar todo lo que pueda para que la gente abra los ojos y sepa que hay que apostar por los negocios locales porque si cerramos todos, lo sufriremos, y la gente no lo ve».
Asimilando que se le van a poner los «pelos de punta» cuando baje la verja de Amodiño Narón por última vez, Caridad Dopico se dedicará un tiempo para descansar y recomponerse: «Voy a hacerle caso a mi familia para cerrar este ciclo, que lo vivo como un duelo, y tomarme tiempo para descansar y recuperar esos kilos que he ido perdiendo en los últimos meses». Desde aquí le deseamos a ella y a todas las personas de las comarcas que están pasando por una situación parecida, la mejor de las suertes. Y, por supuesto, les damos las gracias por haber soñado con un negocio en Ferrolterra, Eume y Ortegal.