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Una introspección en la Patrona de Cedeira

JOSÉ MARÍN AMENEIROS | Cedeira | Lunes 19 agosto 2013 | 15:00

La cajera abandona su puesto y se acerca al colindante, y luego al siguiente, y al siguiente. Por fin, en el postrero, alza una botella de ron, la última de esa marca, y retorna a su caja para dársela al comprador. Se agotan las existencias de alcohol y, fuera del supermercado, en la avenida Castelao –la General, para los cedeireses-, los coches circulan prácticamente parados, sorteando a otros en doble fila y dejando pasar riadas de gente por los pasos de cebra. Es día 14, vísperas de la Patrona 2013 de la villa.

Anochece. Un perfecto semicírculo lunar ilumina la ría cedeiresa frente a la Plaza Roja. El reloj de sol y alrededores, tras el palco donde está actuando Funambulista, amparan a cientos de jóvenes cubata en cabestrillo, paladeando los primeros tragos de una noche que se augura larga. Las terrazas de cualquier bar que rodee el escenario se encuentran, y nunca está mejor dicha la frase, haciendo su agosto. Y sí, también hay gente delante del escenario, bailando al ritmo de los teloneros de Lagarto Amarillo. Un joven se yergue tras servirse un vaso en el muro que separa la plaza de la playa. Observa los grupos de chavalas y disfruta del panorama. «Mira pa’ ahí, amigo»- se dirige a un colega; sus ojos refulgen- «¡es la Patrona!».

Lagarto Amarillo hace la machada y consigue divertir y hacer bailar, con buena música y mayor derroche de simpatía de los hermanos Mora, a un público buena parte del cual reconocía no haber escuchado el disco entero. «Es la primera vez que voy a un grupo del que sólo conozco un par de canciones y me acaban gustando todas», comenta un chico al concluir. La mayor parte de la masa juvenil se desplaza hacia la discoteca Memphis, y en esos momentos es posible ir de un lugar a otro sobre un pavimento de cabezas sin tocar el suelo ni un solo instante pero, eso sí, teniendo cuidado de no despeinar a ningún veraneante.

Al día siguiente, 15, oficial de la Patrona, la saturación es aún mayor, tanta que de noche los autos llegan hasta la curva del Sálvora y la cobertura tiene problemas para encontrar aparcamiento, dificultando las comunicaciones entre smartphones. La juventud ha decidido, tácitamente, desplazar la botellada –en Cedeira se hace botellada, no botellón- al Chiringuito. A medianoche toca ir a la playa para admirar los fuegos artificiales, algo flojos este año, según los veteranos, y al término de los cuales siempre hay alguno que suelta, para tocar la moral a la concurrencia, la frase «¡se acabó el verano!».

Los fuegos artificiales son el culmen de la Patrona cedeiresa y a la vez marcan el inicio del fin del verano (foto: J. M. Ameneiros)

Los fuegos artificiales son el culmen de la Patrona cedeiresa y a la vez marcan el inicio del fin del verano (foto: J. M. Ameneiros)

Lagarto Amarillo -en la imagen- y Efecto Pasillo fueron dos de los grupos que más triunfaron y gustaron en la serie de conciertos de la Patrona 2013 (foto: J. M. Ameneiros)

Lagarto Amarillo -en la imagen- y Efecto Pasillo fueron dos de los grupos que más triunfaron y gustaron en la serie de conciertos de la Patrona 2013 (foto: J. M. Ameneiros)

A partir de ahí, Universal, Memphis, Maracaná, Pilis, Quercus o los Xarmolos van acogiendo a los millares de nocherniegos que, camisas ellos y vestidos ellas, sobre todo vestidos ellas, bailan y bailan al ritmo de la Patrona. Y al final de la noche vuelve a ser posible desplazarse de A a B sin tocar el suelo, pero por un firme de nasas que chicos y chicas, sobre todo ellos, han repartido para intentar pescar algo más que una sonrisa. Y hay que tener cuidado para evitar llevarse alguno de estos garlitos enganchado en el pie.

El viernes fue la mítica noche en la que nadie contaba con salir –al día siguiente era la Xira y había que estar en forma- pero todos acabaron a las ocho de la mañana en Lulú, porque una fiesta en Cedeira no es tal si no se culmina con una hamburguesa de la caravana de Lulú. Buena parte de culpa la tuvo Efecto Pasillo, quien en el prólogo de la madrugada consiguió trasladar de nuevo las botelladas juveniles al reloj de sol. «Y ahora vamos a convertir esta plaza en una discoteca», grita Iván Torres tras una melosa canción, y empieza su grupo a percutir con fuerza tambores y timbales, y la gente a brincar y danzar. Después de terminar comiéndose la noche con Pan y Mantequilla, los canarios se marcharon al camerino donde, con paciencia y buen rollo, atendieron a los que prefirieron perder media hora de noche con tal de lograr una foto con ellos.

Las discotecas recibieron entonces a todos los valientes de este día 16, y algunos lo entregaban todo a pesar de la fiesta acumulada, hasta el punto de que, en la tarima, una chica preguntaba a un chaval bañado en sudor que por qué estaba mojado. La noche y la Patrona fueron decayendo cuanto más se alzaba el sol, y todo quedó a la espera de que este orgasmo de tantos días tuviera su cénit con la Xira. A partir de ahora, la juventud cedeiresa desesperará lo que queda de estío acariciando a la villa, procurando conseguir una erección festiva que ya no será tan firme hasta agosto de 2014. Y cuando, dentro de unos meses, el orballo otoñal se deje ver por aquí, una botella de ron, con la etiqueta descolorida y semienterrada en la arena del Chiringuito, recordará que alguna vez fue verano en Cedeira.

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