TEXTO y FOTOS: ALICIA SEOANE| Ferrol |Jueves 25 noviembre 2021 | 14:04
Noviembre es un mes de reivindicación para la lucha feminista porque el 25 es el Día contra la Violencia de Género. En este contexto, Helga Méndez y Eugenia Sanmartín, de Maquinarias Teatro, presentaron este miércoles en el teatro Jofre Atrapadas, una pieza que trata de la situación por la que atraviesan las mujeres sirias en los campos de refugiados del Pireo, en Grecia.
Helga Méndez es actriz y activista de la lucha feminista en sus diversas formas, podemos verla en reivindicaciones contra los parques eólicos o en la Marcha Mundial das Mulleres siempre en la cabeza. Ella tenía claro que este tema le tocaba por dentro. Eugenia Sanmartín, por su parte, es una de esas mujeres camaleónicas que toca muchos palos y que todos los toca con su gusto personal, lo mismo sea cantando bossa, que componiendo en el grupo Maina Materia o subida a un escenario.
Esta pieza la han estado ensayando en el centro cívico de Canido durante meses y la complicidad es palpable entre ellas. Su forma tan propia de llevar a escena un drama humano que cae directamente sobre los cuerpos de muchas mujeres. La palabra queda encarnada en sus gestos, en su mirada. Ellas nos hacen llegar el dolor propio ante esta situación, como dejar correr algo de la impotencia que nos generan informaciones que escuchamos y vemos a diario sin poder hacer absolutamente nada.
Esta rabia está en los testimonios que ellas interpretan, pero también está la dulzura, la resiliencia, la capacidad de bailar. Bailar aunque el mundo caiga en pedazos y no sepamos si continuará. Salimos del ensayo y nos vamos a tomar un café. El sol todavía brilla en noviembre, yo sigo con un nudo en el estómago tras verlas ensayar. Cuando acaba la pieza no me sale decir qué bonito —menos mal—. Ellas saben que están representando un drama basado en testimonios reales. Empezamos a charlar desde el inicio, antes de que esta pieza fuese una pieza, y las palabras solo perteneciesen a las mujeres de carne y hueso que les dan vida.
FERROL360 – Helga, recuerdo que fuiste mi profesora de teatro allá por los años 90; es decir, que al menos te recuerdo desde hace treinta años subida a los escenarios y dando guerra…
Helga Méndez – Llevo más o menos unos 35 años volcada en el teatro. Esta profesión es complicada y tiene muchos altibajos, nada que no se sepa, hay mucha precariedad y quizá en Galicia incluso más que en otros lugares. Siempre he conseguido ir trabajando y colaborando también con gente de fuera de Ferrol. Esto siempre me ha extrañado y siempre me he preguntado por qué. Creo que en la comarca hay mucha calidad y que a veces no se valora, parece que se valora siempre más lo que viene de fuera, incluso de fuera de Galicia.
Por suerte, ahora parece que han salido muchos proyectos, se ha recuperado el tema del teatro vecinal en Ferrol, que lo hemos empezado a impartir en el Torrente Ballester. Además, actualmente estoy colaborando con el laboratorio escénico Coop. de «As mapoulas. Mulleres libres de Montealto/ as Atochas» dirigida por Carmen Cotelo, y en breves se va a estrenar una película en la que colaboro con Abano Proccións, la productora de Chelo Loureiro Y Lúa Testa. Se titula Valentina y es un largometraje de animación en el que hago un papel secundario que me tiene muy contenta, Se estrena en cines el 10 de diciembre…
FERROL360 – ¿Qué sacas de toda tu trayectoria dando clases de teatro, crees que esto te ha marcado en tu trabajo profesional?
HM – De mi experiencia dando clases lo he sacado todo, siempre he intentado irme formando con los profesionales que me interesan y a través de talleres monográficos; pero la formación con otras personas, dirigiendo y actuando te obliga a estar constantemente aprendiendo y estudiando, un nombre te lleva a otro, la curiosidad es infinita cuando empiezas a tirar del hilo. Mi forma de entender las artes escénicas es también una manera de comprender mi profesión como un trabajo colaborativo.
El teatro es un trabajo de grupo, y en un escenario siempre hay un trabajo de equipo. El aprendizaje del teatro ya es de por sí una manera de entender el mundo en femenino: se trabaja en red, hay que cuidarse unos a otros, no puedes hacer las cosas sin el apoyo de los compañeros y compañeras. Este trabajo requiere de algo que es esencial, el compromiso, y también para mí es con el compromiso político. Desde el arte se pueden transformar actitudes y comportamientos, se pueden ofrecer herramientas a las personas para comprender cómo transformar su pequeño entorno, cómo construir de otra forma. El arte en sí mismo es transformador.
FERROL360 – Eugenia, tú eres una de esas mujeres que lo mismo das clases de teatro a personas con diversidad funcional que estás en un grupo de percusión donde también compones. Además, actualmente trabajas en colaboración con Radio Fusión —antigua Radio Fene—, llevando la novela de Os Incurábeis de Antonio Tizón a los hogares de muchas personas a través de tu voz, ¿cómo fueron tus inicios?
Eugenia Sanmartín – Yo empecé queriendo ser bailarina de contemporáneo y me fui a Madrid. Allí me formé con gente excelente, pero me lesioné. A mayores, yo hacía Ingeniería de Montes y en esa época empiezo dentro del teatro universitario. Fuimos a cursos con gente muy enriquecedora como Paloma Pedrero, era una época que se hacían certámenes de teatro porque había mucho movimiento, y me voy dando cuenta de que lo mío no era la Ingeniería. Me matriculo en secreto en las pruebas de Arte Dramático gracias a Pablo Calvo, que tenía un grupo de teatro y me anima a ir a las pruebas.
Me licencié en la Resad y bueno —reflexiona pensativa-— las escuelas tienen un poco esa mirada a veces desde el ego, y desde el saber, que también aleja un poco de lo que sucede fuera de la escuela. Así que yo siempre intento mantenerme cerca de la visión amateur del teatro, no dejar nunca de apasionarme por lo que hago y de mantener la curiosidad del principio. En fin, así fueron los comienzos trabajar en bares, y un poco cumplí ese tópico de «¿eres artista? dime en que bar trabajas y te voy a ver». [Risas].
Esta etapa fue un poco la de mi periplo madrileño. Vivía en Lavapiés, donde acabé cantando gracias a un amigo que era músico y actor que me empujó a hacerlo. Empecé a formarme en percusión brasileña y a tocar con grupos, como la Orquesta Guayavera y Unidos do Zum Zuêh, o en otros proyectos más pequeños como Serbal Dúo o Barataria Cuarteto. Fui haciendo hasta que me vine para aquí con mi hijo de diez años y empecé de cero a ofrecer clases de guitarra, clases de canto… Un poco todo lo que sabía hacer. Desde el 2015 estoy en la Agrupación Instrutiva de Caamouco, en A Tenencia, en Redes, donde se mueve un poco todo con lo que hablaba Helga antes: esas redes desde el cuidado y el compromiso.
FERROL360 – ¿Cómo surge este trabajo juntas?
ES – La verdad que yo he de decir que Helga me lo propuso, me dijo: «¡yo quiero hacer algo contigo!», y yo me dije «¡pues venga, dale!». En principio teníamos preparado otro tipo de pieza, pero por problemas personales todo quedó parado y la vida nos condujo hacia otro lugar. Estábamos con una pieza más en lo cómico, y acabamos interpretando una tragedia… HM – Sí, la verdad es que lo que interpretamos es más en el camino de la tragedia porque es algo que además es real. Al principio había doce testimonios de mujeres y al final nos quedamos con seis.
FERROL360 – ¿Cómo fue todo el proceso de investigación de los testimonios?
HM – Pues fue allá por el 2017, a través de la Marcha Mundial das Mulleres, que es una plataforma implicada con el movimiento feminista de la comarca. Hay un colectivo que se llamaba Acampa por la paz y el derecho al refugio, que tiene su sede en Coruña, y organizaban en aquel momento unas jornadas en las que montaban una especie de campo de refugiados en los Cantones de A Coruña. En esa organización hay muchas personas implicadas, como Xosé Abad que dirige documentales como El Segredo da Frouxeira. En ese contexto me plantearon montar algo para interpretar y ahí descubro un documento de la Organización Internacional Women’s Link Worldwide que se titula: Atrapadas en Europa, ¿dónde está la dignidad?
A partir de este documento, que recoge los testimonios de las mujeres sirias refugiadas en el Pireo, empiezo a bucear. De este primer punto de partida hice una pieza pequeña con uno de los testimonios, pero yo me quedé con las ganas de hacer un largo. Así, el año pasado hablando con Cristina Prados, concejala de Igualdade e Muller del Concello de Ferrol, surge la posibilidad de llevarlo a escena. Y quería hacerlo con Eugenia.
ES – Nosotras escogimos los personajes y fuimos puliendo lo que decían, y seleccionando un poco el texto y la historia. Fuimos marcando la identidad de cada personaje con esa idea de la maleta que ya Helga había utilizado en la primera pieza. Las maletas fueron una forma de dar identidad a cada testimonio porque nosotras convertimos el testimonio en personajes; pero claro, no hay que olvidar que son mujeres reales: está la mujer a la que le quemaron la manta, la que pierde a su bebé, la que tiene que huir con lo puesto… Todo eso lo íbamos reconvirtiendo en escenografía, en gestos, en palabras.
FERROL360 – ¿Cómo fue vuestro proceso de canalizar emocionalmente todo ese testimonio tan real? Hay dolor y mucho desarraigo que se hace muy presente y muy cierto en vuestra interpretación, ¿cómo vivisteis esto?
ES – En mi primer contacto con estos testimonios lo que sentí fue mucho respeto, tenía miedo de hacer algo que no fuese ni útil, ni creíble. No sé, me imponía mucho respeto por sus vivencias, por su intimidad y, además, partiendo de la lejanía porque yo no he vivido nada de esto, ni parecido. Después de conocer a Fadile Tibisay Chami, una mujer siria que vive en Oleiros y que ha venido al estreno, yo me quedé aliviada, sentí como si esta mujer me diera el permiso y me diera un empujón a adentrarme en todo esto. [Se le llenan los ojos de lágrimas pensando en ella].
Lo siento, pero pienso en ese encuentro con Fadile y para mí lo cambió todo. Fue un antes y un después. Para mí recoger el sentimiento de la impotencia que generan todos estos testimonios fue algo que me ayudó a hacer que pase en la escena. No se tapa nuestra propia impotencia, hemos dejado que tenga su lugar y que forme parte del espacio escénico. Hay vivencias propias en nuestra historia que, sin quererlo, también resurgen cuando estás tratando estos temas de conflictos, de guerras y de violencia, pues al final nuestros abuelos han vivido una guerra, y cuando te metes en el papel te das cuenta de que ese pasado está ahí, no es tan lejano. El miedo, la persecución y la inmigración también la hemos vivido en nuestras familias.
FERROL360 – ¿ Cómo fue ese encuentro con Fadile?
HM – La conocimos a través de Acampa, y con esa curiosidad que a mí me entra cuando me meto con algo al ver que ella lleva una ONG de mujeres sirias quise conocerla. La llamamos un día, nos invitó a comer y nos enseñó de todo: las danzas, a ponernos el velo, a cantar en árabe. Ella está en toda la documentación cultural del día a día. Ella no usa velo, pero conoce todos los tipos y había ido hace poco al Líbano, así que nos dio una información sobre cómo los deseos de las mujeres también van evolucionando dentro del propio campo.
De pronto muchas mujeres conectaban con una parte de ansias de libertad, algunas quieren empezar a trabajar o tener hijos solas. La pandemia también llegó a los campos y algunos personajes aparecen con mascarilla. La pieza ha ido evolucionando con los testimonios del presente. Hoy en día esto de lo que hablamos sigue ocurriendo, no es algo del pasado, ahora estamos viendo que lo que pasa en la frontera con Bielorrusia pasa también en la frontera de España y Marruecos, está a la orden del día. No podemos pasar de largo sobre esta información y dejarla de lado. Esto sigue sucediendo ahora.
FERROL360 – ¿Cuál es vuestro deseo con Atrapadas?
HM – Para mí es poner luz sobre el tema, poner el foco y no hacer que esto no sucede. Las mujeres sirias sufren la violencia de lo que implica una guerra, pero a mayores sufren una violencia por ser mujeres: pueden ser violadas, se quedan en situaciones de vulnerabilidad extrema. Es una doble violencia, la de la guerra y la de género también añadida. Hay que visibilizar esta violencia, y este sistema. No dejarlas en el olvido. Yo como Helga creo firmemente en un mundo sin fronteras, dudo que lo pueda ver, pero me gustaría mucho.
ES – Estoy de acuerdo en todo lo que Helga acaba de decir. Entre ambas ha habido mucha conexión para trabajar y eso da una intimidad en el escenario, para mí es fácil tener intimidad con Helga, es fácil sentirse acogida, y querer acogerla y esto se nota. Me gustaría remarcar como sueño que yo me quedo con un par de frases de Atrapadas, una que dice: «Yo pido poco quiero una comida digna y una casa para vivir y agua caliente», que me parece un deseo muy femenino, la necesidad de construir hogar, del alimento como base de la vida. Esto es básico para que pueda surgir cualquier otra cosa, es lo mínimo a lo que podemos aspirar para asegurar la existencia, para seguir siendo humanos.
Y otra que dice: «Todos los gobiernos acaban atacando a la población, quedamos sin nada que comer y tenemos que acabar escapando de nuestro país», para mí es una frase que claramente demuestra que la guerra no conduce a nada, solo genera violencia, y creo que esto puede pasarnos a nosotros como sociedad en cualquier momento. No hay que olvidarlo. Aprender a construir de otra manera esta es la reflexión: ¿Dónde está el interés de quién hace la guerra? En palabras de Judite Canha Fernades «lo más difícil del capitalismo es encontrar el sitio dónde poner las bombas». Esta es la reflexión.